

Historia:
Hola, mi nombre es Carolina Smith y os contaré mí historia.
El primer recuerdo de Carol fue despertarse en una playa de aguas cristalinas, tirada en la arena sin recordar nada de su vida, únicamente su nombre. Allí la encontraron una pareja joven, los cuales la acogieron como una hija. Tras varias pruebas médicas y psicológicas determinaron que la niña tendría unos siete años y que parecía tener una especie de amnesia, pero no presentaba ninguna contusión en la cabeza, lo que lo hacia aún más extraño.
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Carol creció con sus padres adoptivos en una casa cerca de la playa, aunque la pequeña le tenía una especie de miedo al mar, tal vez porque a veces se sentía tan atraída por el sonido de las olas rompiendo en las rocas que se asustaba de sí misma. La noche en la que cumplió los quince años la luna llena brillaba en lo alto del cielo nocturno, y esa vez no puedo ignorar la llamada del océano. Salió a escondidas de su casa y caminó hacia la orilla del mar, donde el agua helada rozaba sus pies desnudos. Y justo antes de la media noche Carol empezó a cambiar, en su piel empezaron a aparecer escamas con destellos azules, perdió el equilibrio y cayó a la arena, donde pudo ver con absoluto terror como sus piernas se juntaban hasta formar una cola de pez. La joven se alejó rápidamente del alcance del agua salada, lo que hizo que su forma humana volviese.
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Corriendo fue a contárselo a sus padres, quienes en un principio no la creyeron pero tras enseñárselo la pareja se dio cuenta de que su hija, por increíble que fuese, era una sirena.
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A los meses Carol se iba de casa de sus padres dejando tan solo una nota de despedida, no quería preocuparles ya que su madre estaba bastante enferma y su padre ya tenia suficiente con eso. Desde lo ocurrido no la habían vuelto a ver con lo mismos ojos.
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​Luego de salir de su casa, se metió al mar y nado sin rumbo por varios días, cuando decidió detenerse y sacar la cabeza del agua pudo ver que había llegado a una especie de castillo, por un segundo pensó que estaba abandonado, pero, a los lejos se podía ver que había unas personas, no tenia a ningún lugar donde ir, así que no perdía nada con preguntar si podía quedarse.